Une peintre en bâtiment

Galería Silvestre

Madrid, febrero-abril 2021

NO ES LO QUE PARECE

Joaquín Jesús Sánchez

A pesar del tradicional desdén que los artistas autónomos tienen por los aplicados, el mito fundacional de la pintura lo protagonizan dos pintores de trampantojos. Cuenta Plinio el Viejo que Zeuxis y Parrasio compitieron. El uno pintó unas uvas con tanto virtuosismo que los pájaros se lanzaron contra ellas para picotearlas. Cuando pidió a su contrincante que retirase la tela que cubría la pieza, lo invitó a hacerlo por sí mismo. Esa cortina era, en realidad, la pintura. «Yo he engañado a los pájaros, Parrasio me ha engañado a mí».

Como se sabe, el arte tal como lo conocemos es un invento de los alemanes dieciochescos. Pensaron que la obra debe ser autónoma e inútil, algo así como un lujo del espíritu. Por tanto, todo lo que tenga motivaciones externas o sirva para algo tiene que ser mirado con suspicacia. El genio abre caminos para que otros los transiten, el pintor de brocha gorda (como mucho) decora. Esta distinción, tan arbitraria como la mayoría de las que manejamos en nuestro ámbito, da problemas tan pronto uno se detiene en ella. Los simulacros y las imitaciones gozan de una mala prensa inmerecida: a una losa de mármol no le cuesta nada mantener su apariencia marmórea, como una ventana deja pasar la luz sin ningún esfuerzo. Sin embargo, hacer que a una pared plana le salga una hornacina o que una tabla parezca piedra requiere maestría.

Poniéndonos estrictos, ¿no es el mismo espejismo el retrato del duque de Lerma que una moldura pintada? Sospecho que esta distinción se sustenta en la idea de originalidad: Rubens no tuvo un muestrario de grandes de España a caballo. Sin embargo, la idea de recopilar habilidades y saberes en un cómodo dispositivo de exhibición no debe ser desdeñada: la honestidad y la capacidad de síntesis son talentos admirables. Uno se imagina al pintor de oficio, con su discreta vanidad, mostrando pormenorizadamente su destreza a sus clientes. «Hago mármol, vitrales, arquitecturas imposibles, volúmenes donde no los hay. Lo hago sin alaracas, pero con grandeza de espíritu. Usted podrá vivir en mi obra. Será su tesoro privado: ni los museos ni la Historia se lo arrebatarán».

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Une peintre en bâtiment es una exposición de Gloria Martín Montaño (Sevilla, 1980) en Galería Silvestre en la que se recrean, desde la práctica artística contemporánea, el trabajo de aquellos pintores que remedaban, con pericia y maestría, toda clase de materiales y adornos.



Más sobre «Une peintre en bâtiment»

  • ESPINO, Luisa (2021) «Gloria Martín, pintora de brocha fina» El Cultural. 5 de marzo 2021. 

© De la imágenes: Pep Anton Clua y Gloria Martín