Bien de Interés Cultural

Vista de la exposición "Bien de Interés Cultural" Galería Birimbao, Sevilla, Marzo 2017

Fecha_construcción / Fecha_abandono
Patricia Bueno del Río

Un bien de interés cultural es una figura jurídica de protección del patrimonio histórico español, tanto mueble como inmueble. De los bienes muebles se dice son ‘los susceptibles de apropiación que no sean considerados inmuebles, y en general todos los que se puedan transportar de un punto a otro sin menoscabo de la cosa inmueble a que estén unidos’, y abundando más en estas cuestiones, debemos recordar que, dentro de ellos, están  los etnográficos, ‘bienes muebles e inmuebles y  conocimientos y actividades que son o han sido expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español en sus aspectos materiales, sociales o espirituales’.

Una vez visto este punto de partida que le da título, sí podemos empezar a bucear en torno a las ideas que subyacen a la exposición, que se plantea, en cierto modo, como un viaje a través del tiempo, en el que no sólo podremos atisbar los inicios de la evolución, sino algo más cercano a nuestro propio imaginario, como son las visitas programadas para encontrarnos frente a frente con estos objetos patrimoniales, símbolos de nuestra civilización, y que supone, de alguna manera, el inicio de esta experiencia temporal que oscila desde lo primitivo, hasta hace un par de décadas atrás, cuando, el valor de nuestros orígenes obtuvo cabida colectiva para mover y asociar ideas que apenas han servido para poner en valor algún aspecto ya conocido, y que, sin duda alguna, más valdría si se pudiera hacer uso real de él.

Y es que la obra de Gloria Martín (Sevilla, 1980) tiende ahora casi en su totalidad, en su etapa post flamenca, más si cabe, a la metapintura, algo que no tiene por qué ser casual, ya que su profundo amor por los grandes maestros – como demuestra  Réplica, “un proyecto artístico, histórico, personal y pictórico, que a través de la pintura vincula Sevilla y Bruselas, cuyo fin último es pintar en Bruselas la copia que a finales del siglo XIX realizó en Sevilla el artista Constantin Meunier (Bruselas 1831-1905) del “Descendimiento de la Cruz” obra del pintor Pieter Kempeneer conocido como Pedro de Campaña (Bruselas 1503-1580).” según nos cuenta la propia artista – , y sus dos hogares más recientes –Bélgica y Sevilla-  le acercan a los grandes hitos de la meta-representación, como pueden ser Van Eyck, Magritte o Velázquez. El ejemplo más irrebatible en este contexto, es la presencia del Tesoro del Carambolo, una obra planteada como un trampantojo, casi pintura instalativa, que adquiere sentido total por ser un caso particular; un objeto arqueológico que simboliza los orígenes de nuestra civilización y a su vez, es objeto de polémica por su valor excepcional. En cuanto a su uso, en Sevilla, hay dos copias expuestas, una en posesión del Ayuntamiento y otra en la Junta de Andalucía, – la del Museo Arqueológico-, pero la original, siempre envuelta en intenciones expositivas, está a buen recaudo en un banco. Estas cuestiones también son planteadas por otras obras como El cráneo con diadema de plata de la cultura del Argar, obra basada en una ilustración original del arqueólogo belga Luis Siret, cuyo trabajo es imprescindible para conocer la prehistoria del sur de la península. Es además el promotor del Museo Arqueológico de Almería, ya que dona aquí su propia colección, y, en paralelo con Gloria, viaja de Bélgica a Almería por cuestiones profesionales, uno como ingeniero de minas y finalmente como descubridor de una cultura ancestral, la otra, como profesora de Artes Plásticas. De alguna forma, esto vuelve a poner de manifiesto el paralelismo sobre el que se fundamenta la exposición: el uso del patrimonio como ejemplo del movimiento o estado del arte y los artistas en la actualidad desde el punto de vista burocrático. Así también, sirve para ilustrar esta idea, la particular mesa de documentación, que con un sentido muy conceptual, contiene representaciones artificiosas de bibliografía clásica de Tartessos así como, los ídolos placa o la, el ídolo oculado, o el famosísimo Bronce Carriazo, otro ejemplo de hallazgo fortuito sobreexplotado en lo mediático e irrelevante en la praxis expositiva. La estratigrafía arqueológica y las antiguas fichas vinculadas a estos estudios complementan esta visión sardónica de la sección del patrimonio etnográfico material particular que realiza la artista. Por otra parte, la Inmaculada de los Venerables también está presente en la exposición, como objeto Patrimonial de peculiar trayectoria. No olvidemos que estamos atravesando el año del IV Centenario del nacimiento de Murillo, y que a pesar de que ésta obra fuese robada en 1813 por el Mariscal Soult, y expuesta en el Louvre, en 1941 regresa a España, al Museo del Prado, no a su lugar de origen. En este caso, la imagen que se muestra es de la obra vista por rayos X, pensada para la foto, pues aparece la mano de la consejera de cultura acompañando la escena. Las artes decorativas, el bodegón de inspiración flamenca y el papel de los anticuarios como propio reflejo de su experiencia vital, están presentes en forma de placas mármol, o  marquetería.

Esto es, conocer la historia, sus poseedores y su actualidad para volver a representar un entorno. Aquí está lo irresistible del revival.

Es interesante, por tanto, reflexionar a través de la exposición sobre el valor simbólico del patrimonio como medio de representación colectiva, haciéndose un mal uso político como metáfora del estado actual del arte y de los artistas. Se trata de evaluar cuánto de realismo existe en una pintura figurativa que reproduce objetos pertenecientes a nuestro imaginario y el peso de la tradición como lastre y aliado a la vez. La Andalucía de los mitos prodigiosos que en el siglo XVII describiese Madame d’Aulnoy cimienta la imagen de la Andalucía autocomplaciente, depositaria de una vieja cultura de soberbios artistas con influencias foráneas y personalidades y conceptos netamente andaluces.

El resultado, más que reproducciones de escenarios patrimoniales, son hechos fácticos codificados y autoconscientes que invitan a reflexionar acerca de lo que se hace. Es un rasgo de modernidad, asociar el realismo a la experiencia y así ofrecer una realidad subjetiva común a todos. Yo creo firmemente en la modernidad que contiene ser conocedor de las fuentes que nutrieron tu entorno, entenderlas, evaluarlas  y transformarlas, y en ese sentido, Gloria Martín ha sabido compilar, a modo pictórico un archivo de acción y repercusión insuperable.

 


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